Psicología de las redes sociales: impacto mental

Las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos, relacionamos y percibimos el mundo. Lo que comenzó como simples plataformas de conexión interpersonal se ha convertido en poderosos ecosistemas digitales que moldean nuestra conducta, pensamientos y emociones a niveles sin precedentes. En España, donde más del 85% de la población utiliza activamente alguna red social, su influencia en nuestra salud mental y comportamiento colectivo resulta indiscutible.

La ciberpsicología, como disciplina emergente que estudia el impacto psicológico de las tecnologías digitales, nos proporciona un marco teórico para comprender estas dinámicas. Este artículo pretende ofrecer una visión comprehensiva y actualizada sobre cómo las redes sociales afectan a nuestra psique, desde los mecanismos neurológicos de recompensa hasta las implicaciones sociales más amplias.

Evolución histórica de las redes sociales y su impacto psicológico

Del ordenador personal a la extensión del yo

El concepto de red social digital nació mucho antes de Facebook o Instagram. Ya en los años 90, plataformas como GeoCities o los foros temáticos creaban comunidades virtuales. Sin embargo, fue con la llegada de Friendster (2002)MySpace (2003) y Facebook (2004) cuando comenzó la verdadera revolución psicosocial.

En España, Tuenti marcó a una generación entera antes de que plataformas globales como Facebook consiguieran dominar el panorama. Cada evolución tecnológica ha traido consigo nuevos patrones de comportamiento:

  • Redes sociales 1.0 (2002-2008): Centradas en perfiles estáticos y conexiones básicas. El impacto psicológico se limitaba principalmente a la identidad digital inicial.
  • Redes sociales 2.0 (2009-2015): Caracterizadas por el auge de smartphones y la instantaneidad. Aparecen los primeros estudios sobre adicción a redes sociales y ansiedad relacionada.
  • Redes sociales 3.0 (2016-actualidad): Dominadas por algoritmos personalizados, contenido efímero y realidad aumentada. Los efectos psicológicos se intensifican con fenómenos como el FOMO (Fear Of Missing Out), la comparación social constante y la economía de la atención.

Esta evolución no ha sido meramente tecnológica, sino profundamente psicológica. Como señala Carbonell (2020), «las redes sociales han pasado de ser herramientas que utilizamos a convertirse en entornos que habitamos».

Mecanismos psicológicos fundamentales en las redes sociales

El circuito de recompensa: la neurociencia detrás de los likes

Uno de los aspectos más fascinantes de las redes sociales es cómo explotan nuestros mecanismos dopaminérgicos básicos. Cada notificación, cada «me gusta», activa el mismo circuito de recompensa que otras conductas placenteras. Estudios con neuroimagen han demostrado que recibir validación en redes sociales activa regiones cerebrales similares a las que se activan con el consumo de alimentos agradables o interacciones sociales positivas en persona (Sherman et al., 2018).

Las plataformas están diseñadas intencionadamente para maximizar esta respuesta mediante:

  • Recompensas variables: Nunca sabemos cuándo recibiremos validación, lo que mantiene nuestro interés según el principio de condicionamiento operante.
  • Feedback inmediato: La instantaneidad de las respuestas potencia el refuerzo.
  • Indicadores sociales cuantificables: Número de seguidores, likes o retuits que actúan como «moneda social».

Validación social y reconocimiento

La necesidad de pertenencia es inherente al ser humano, y las redes sociales ofrecen un contexto donde esta necesidad puede satisfacerse de manera amplificada. El fenómeno de la validación social digital tiene características particulares:

  • Es cuantificable (podemos «medir» nuestra aceptación).
  • Es visible públicamente (lo que aumenta su valor percibido).
  • Está permanentemente disponible (accesible 24/7).

Como explica Martín-Montilla (2019), «las redes sociales han externalizado y objetivado procesos de validación social que anteriormente eran más subjetivos e intangibles». Esto genera una peculiar dependencia psicológica del feedback externo para mantener nuestra autoestima.

Comparación social en la era digital

La teoría de la comparación social de Festinger, propuesta en 1954, cobra una dimensión enteramente nueva en el contexto digital. Las personas tendemos naturalmente a evaluarnos mediante la comparación con otros, pero las redes sociales han alterado este proceso en varios aspectos:

  1. Exposición selectiva: Vemos principalmente momentos positivos o idealizados de la vida de los demás, lo que Vogel et al. (2014) denominan «sesgo de positividad».
  2. Comparación constante: La disponibilidad permanente de material para compararse genera una presión psicológica continuada.
  3. Comparación con múltiples grupos: Ya no nos comparamos solo con nuestro entorno inmediato, sino potencialmente con millones de personas de todo el mundo.

Esta hipercomparación tiene consecuencias significativas para la autoestima y el bienestar. Según un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid (Gómez-Jacinto, 2021), el 68% de los jóvenes españoles experimenta sensaciones negativas tras pasar tiempo en Instagram comparando sus vidas con las de sus referentes.

Autorepresentación y construcción de identidad digital

La forma en que nos presentamos en redes sociales supone un fascinante ejercicio de construcción identitaria. A diferencia de la interacción cara a cara, en el entorno digital podemos:

  • Editar cuidadosamente nuestra presentación.
  • Seleccionar estratégicamente qué aspectos mostrar.
  • Recibir feedback inmediato sobre nuestra imagen proyectada.

El concepto de «yo idealizado» propuesto por Higgins adquiere nuevas dimensiones en las redes sociales. Se produce una tensión entre autenticidad y autopresentación estratégica que puede generar lo que los psicólogos denominan disonancia de identidad digital cuando la brecha entre quiénes somos y quiénes aparentamos ser se vuelve excesiva.

Como afirma Goffman en su teoría dramatúrgica, todos representamos papeles en distintos contextos sociales, pero las redes sociales han convertido esta representación en una actividad constante y medible.

Adicción al smartphone. Imagen: Apai Psicólogos

Efectos psicológicos de las redes sociales

Impacto en la autoestima

La relación entre redes sociales y autoestima es compleja y bidireccional. Por un lado, estas plataformas pueden:

  • Potenciar la autoestima mediante validación social y oportunidades de autopresentación favorable.
  • Deteriorar la autoestima a través de comparaciones sociales desfavorables y feedback negativo.

Un metaanálisis reciente de 121 estudios (Valkenburg et al., 2021) encontró que el efecto de las redes sociales sobre la autoestima depende crucialmente de factores moderadores como:

  • Tipo de uso: El uso activo (crear, compartir, comentar) tiende a asociarse con efectos más positivos que el consumo pasivo.
  • Tendencias de comparación preexistentes: Personas con mayor tendencia a la comparación social sufren más impacto negativo.
  • Contexto relacional: El clima social de la red concreta del usuario determina en gran medida los efectos.

En España, investigaciones realizadas por la Universitat de València han documentado que adolescentes con baja autoestima tienden a utilizar las redes sociales de forma más problématica, estableciendose un ciclo retroalimentado negativo.

Ansiedad social y FOMO

El FOMO (Fear Of Missing Out) o «miedo a perderse algo» ha emergido como un fenómeno psicológico distintivo de la era digital. Se caracteriza por:

  • Ansiedad ante la posibilidad de perderse experiencias gratificantes que otros están teniendo.
  • Compulsión por estar constantemente conectado.
  • Malestar cuando no se puede acceder a las redes sociales.

Un estudio de la Universidad de Granada (Fernández-López, 2020) encontró que el 72% de los universitarios españoles experimenta FOMO en niveles moderados o altos, correlacionándose significativamente con síntomas de ansiedad generalizada.

Paralelamente, la exposición constante en redes sociales puede exacerbar la ansiedad social preexistente o incluso generarla. La presión por proyectar una imagen perfecta, el miedo al juicio público y la posibilidad de sufrir rechazo visible son factores que contribuyen a este fenómeno.

Depresión y soledad

La relación entre uso de redes sociales y depresión ha sido objeto de intenso debate científico. Mientras algunos estudios sugieren correlaciones preocupantes, otros señalan la importancia de considerar los patrones de uso más que el tiempo total de exposición.

Twenge et al. (2018) documentaron un aumento significativo en síntomas depresivos en adolescentes que coincide con el auge de los smartphones y redes sociales. Sin embargo, la causalidad resulta difícil de establecer definitivamente.

En España, investigaciones del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) han encontrado asociaciones entre:

  • Uso nocturno de redes sociales y sintomatología depresiva.
  • Comparación social ascendente (con personas percibidas como superiores) y estado de ánimo negativo.
  • Cyberbullying y aumento de ideación suicida.

Respecto a la soledad, emerge una paradoja fascinante: las redes diseñadas para conectarnos pueden, bajo ciertas circunstancias, aumentar nuestra sensación de aislamiento. Esto ocurre particularmente cuando:

  1. Sustituyen (en lugar de complementar) la interacción cara a cara.
  2. Generan percepciones distorsionadas sobre la vida social de los demás.
  3. Crean conexiones superficiales que no satisfacen necesidades emocionales profundas.

Adicción a las redes sociales

Aunque no reconocida oficialmente como trastorno en el DSM-5, la adicción a redes sociales presenta características similares a otras adicciones comportamentales:

  • Saliencia: Las redes sociales se convierten en la actividad más importante.
  • Tolerancia: Necesidad de incrementar el tiempo de uso.
  • Síndrome de abstinencia: Malestar cuando no se puede acceder.
  • Recaída: Intentos fallidos de controlar el uso.
  • Conflicto: Problemas con actividades cotidianas, relaciones o bienestar.

En España, según datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, aproximadamente un 18% de jóvenes entre 14 y 18 años presenta patrones de uso problemático de redes sociales.

Los factores de riesgo incluyen:

  • Vulnerabilidad psicológica preexistente (baja autoestima, impulsividad).
  • Factores ambientales (falta de alternativas de ocio, modelado familiar).
  • Características de personalidad (neuroticismo elevado, búsqueda de sensaciones).

La adicción al móvil o nomofobia (miedo irracional a estar sin teléfono móvil) está estrechamente vinculada a este fenómeno, constituyendo lo que algunos autores denominan un «continuo de dependencia tecnológica».

Comportamientos específicos en redes sociales

Narcisismo digital

El auge de las redes sociales ha coincidido con lo que algunos psicólogos denominan una «epidemia de narcisismo». Las plataformas digitales proporcionan un escenario ideal para la exhibición continuada del yo, donde las tendencias narcisistas pueden verse amplificadas y reforzadas.

Un estudio longitudinal realizado por la Universidad de Málaga (Rodríguez-Fernández, 2022) documentó un incremento del 25% en rasgos narcisistas entre universitarios españoles durante un periodo de cinco años, correlacionado positivamente con la intensidad de uso de plataformas como Instagram.

Las manifestaciones del narcisismo digital incluyen:

  • Autopromoción excesiva: Compartir constantemente logros y experiencias positivas.
  • Búsqueda compulsiva de admiración: Necesidad de acumulación de likes y comentarios elogiosos.
  • Sensibilidad extrema a la crítica: Reacciones desproporcionadas ante feedback negativo.
  • Cosificación de relaciones: Valorar conexiones en función de su «utilidad social».

Como señala Twenge (2017), «las redes sociales no crean narcisismo, pero proporcionan un entorno donde este florece y se normaliza».

Búsqueda de validación y comportamiento de riesgo

La necesidad de validación puede conducir a comportamientos de riesgo específicos del entorno digital:

  • Compartir contenido íntimo o comprometedor: El sexting y la exposición de información personal sensible.
  • Retos peligrosos: Participación en desafíos virales potencialmente dañinos para obtener reconocimiento.
  • Sobreexposición emocional: Revelación excesiva de vulnerabilidades personales buscando empatía y apoyo.

Un informe de la Agencia Española de Protección de Datos (2021) indica que el 42% de los adolescentes españoles ha compartido contenido que posteriormente lamentó, principalmente motivado por la búsqueda de aceptación social.

Cyberbullying y comportamiento agresivo

El acoso digital representa una de las manifestaciones más preocupantes de la interacción en redes sociales. A diferencia del acoso tradicional, el cyberbullying presenta características distintivas:

  • Permanencia: El contenido dañino puede persistir indefinidamente.
  • Amplificación: Capacidad de alcanzar audiencias masivas rápidamente.
  • Anonimato: Posibilidad de ocultar la identidad del agresor.
  • Ausencia de contacto visual: Reduce la empatía y facilita la deshumanización.

Según datos del Observatorio Español para la Convivencia Escolar, aproximadamente un 15-20% de estudiantes españoles ha sufrido alguna forma de ciberacoso, con consecuencias psicológicas que incluyen depresión, ansiedad, aislamiento social e incluso ideación suicida en casos severos.

La desinhibición online juega un papel fundamental en estos comportamientos. Este fenómeno, estudiado por Suler (2004), explica cómo el entorno digital puede reducir las restricciones sociales normales, facilitando conductas que la persona no realizaría en interacciones cara a cara.

Bienestar digital. Imagen: Instituto Educaccion

Efectos cognitivos de las redes sociales

Atención fragmentada y multitarea

Las redes sociales están diseñadas para captar y mantener nuestra atención mediante estímulos breves e intensos, lo que fomenta un patrón atencional caracterizado por:

  • Cambios rápidos del foco atencional.
  • Dificultad para mantener la concentración sostenida.
  • Preferencia por la gratificación inmediata.

Investigaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona (Sánchez-Carbonell, 2020) han documentado cómo el uso intensivo de redes sociales se asocia con una disminución en la capacidad de atención profunda y un aumento de la tendencia a la multitarea. Sin embargo, contrariamente a la creencia popular, la multitarea digital (media multitasking) no mejora la capacidad de procesar información paralela, sino que reduce la eficiencia cognitiva global.

Memoria y procesamiento de información

La forma en que consumimos información en redes sociales está alterando nuestros procesos de memoria:

  • Memoria transactiva digital: Tendemos a recordar dónde encontrar información más que la información en sí misma.
  • Procesamiento superficial: El consumo rápido de contenido fomenta un análisis menos profundo.
  • Efecto Google: Menor esfuerzo para recordar información que sabemos disponible en línea.

Un estudio del Instituto de Neurociencia de Castilla y León (Moreno-Martínez, 2019) encontró que universitarios con uso intensivo de redes sociales mostraban mejor memoria para fuentes de información pero peor retención de contenidos específicos, sugiriendo un cambio adaptativo en estrategias mnemotécnicas.

Pensamiento crítico y sesgos cognitivos

Las redes sociales pueden potenciar diversos sesgos cognitivos preexistentes:

  • Cámaras de eco: Tendencia a consumir información que confirma nuestras creencias previas.
  • Efecto de falso consenso: Sobreestimar cuántas personas comparten nuestras opiniones basándonos en nuestro feed personalizado.
  • Polarización de grupo: Radicaliziación de opiniones tras interaccionar principalmente con personas de ideas similares.

Estas dinámicas cognitivas tienen profundas implicaciones sociales. Un análisis de datos de Twitter realizado por investigadores de la Universidad Carlos III (Rodríguez-Sánchez, 2021) demostró cómo la estructura algorítmica de la plataforma aumentaba significativamente la polarización política entre usuarios españoles durante periodos electorales.

Redes sociales y relaciones interpersonales

Transformación de la intimidad

Las redes sociales han reconfigurado nuestra concepción de la intimidad y las relaciones cercanas:

  • Intimidad calcuada: Decisiones estratégicas sobre qué compartir y con quién.
  • Intimidad a distancia: Mantenimiento de vínculos emocionales sin presencia física.
  • Intimidad pública: Paradójica exposición de momentos íntimos ante audiencias amplias.

Según Bauman (2016), vivimos en una era de «relaciones líquidas» donde los vínculos digitales pueden establecerse y disolverse con facilidad, generando conexiones más numerosas pero potencialmente más superficiales.

Relaciones románticas en la era digital

Las aplicaciones de citas y las redes sociales han transformado radicalmente el panorama romántico contemporáneo:

  • Ampliación del mercado romántico: Acceso a potenciales parejas fuera del círculo social inmediato.
  • Gamificación del romance: Interfaces que convierten la búsqueda de pareja en experiencia similar a un juego.
  • Monitorización constante: Posibilidad de seguimiento de la actividad de la pareja.
  • Ghosting y nuevas formas de ruptura: Aparición de patrones específicos de finalización de relaciones.

Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (2021) reveló que el 32% de las parejas españolas formadas en los últimos cinco años se conocieron a través de plataformas digitales, porcentaje que aumenta al 48% en zonas urbanas y entre menores de 30 años.

Capital social online y offline

El capital social —recursos disponibles a través de nuestra red de relaciones— adquiere dimensiones específicas en el contexto digital:

  • Capital social puente: Conexiones débiles pero numerosas que amplían oportunidades.
  • Capital social vinculante: Relaciones cercanas que proporcionan apoyo emocional.

Investigaciones longitudinales de la Universidad de Navarra (Arrillaga-Imaz, 2020) sugieren que el uso de redes sociales puede aumentar el capital social puente pero tiene efectos mixtos sobre el capital vinculante, dependiendo de patrones específicos de uso. El uso activo y dirigido (comunicación directa con personas conocidas) tiende a fortalecer vínculos existentes, mientras que el uso pasivo y no dirigido puede debilitarlos.

Ansiedad FOMO - Psicología de las redes sociales
Ansiedad FOMO: Manuel Cassinello

Estrategias para un uso saludable de las redes sociales

Alfabetización digital y conciencia psicológica

Desarrollar una comprensión crítica de cómo las redes sociales influyen en nuestra psicología constituye el primer paso hacia un uso más saludable. Esto incluye:

  • Reconocer manipulaciones de diseño: Identificar cómo las plataformas utilizan técnicas de engagement para mantener nuestra atención.
  • Comprensión algorítmica básica: Entender que nuestro feed no es neutral sino personalizado para maximizar tiempo de uso.
  • Conciencia emocional: Monitorizar cómo nos sentimos antes, durante y después del uso de redes.

Programas educativos como «Conectados y Conscientes», implementado en 120 centros educativos españoles, han demostrado reducciones del 32% en síntomas de ansiedad relacionada con redes sociales mediante intervenciones centradas en alfabetización digital psicológicamente informada.

Bienestar digital y límites saludables

Establecer barreras conscientes al uso de redes sociales puede prevenir efectos psicológicos negativos:

  • Tiempos designados: Establecer horarios específicos para revisar redes, evitando el acceso constante.
  • Espacios libres de tecnología: Designar zonas (dormitorio) o momentos (comidas) sin dispositivos.
  • Detox digital periódico: Periodos planificados de desconexión completa.
  • Configuración de notificaciones: Limitar interrupciones eliminando alertas no esenciales.

Un estudio experimental de la Universidad de Deusto (Etxebarria, 2021) encontró que participantes que implementaron un programa estructurado de bienestar digital durante 8 semanas reportaron mejoras significativas en calidad del sueño (↑23%), capacidad de concentración (↑18%) y satisfacción con relaciones personales (↑15%).

Uso consciente y positivo

Más allá de reducir el tiempo de uso, transformar cómo utilizamos las redes sociales puede maximizar beneficios y minimizar riesgos:

  • Curación activa del feed: Seleccionar conscientemente contenidos y cuentas que aporten valor.
  • Uso activo vs. pasivo: Priorizar la interacción directa sobre el scrolling pasivo.
  • Autenticidad digital: Reducir la brecha entre identidad real y proyectada.
  • Intención clara: Definir propósitos específicos para cada sesión.

La psicología positiva aplicada a redes sociales sugiere utilizar estas plataformas para cultivar gratitud, reconocimiento, aprendizaje y conexiones significativas, en lugar de comparación social o validación externa.

Identidad digital. Imagen: Trustcloud.tech
Identidad digital. Imagen: Trustcloud.tech

Retos y tendencias futuras

Realidad virtual, metaverso e identidad expandida

La evolución hacia experiencias inmersivas plantea nuevos horizontes psicológicos:

  • Presencia social aumentada: Interacciones que simulan aspectos físicos de la comunicación.
  • Identidades múltiples: Posibilidad de mantener diversos avatares y personalidades.
  • Disolución de fronteras real/virtual: Implicaciones para el autoconcepto y relaciones.

Como señala Slater (2020), «los entornos virtuales sociales no son simplemente representaciones de espacios sociales, sino espacios sociales en sí mismos, con dinámicas psicológicas propias».

Inteligencia artificial y personalización extrema

La integración de IA en redes sociales presenta oportunidades y riesgos:

  • Hiperpersonalización: Contenido ultrapersonalizado que refuerza sesgos existentes.
  • Asistentes sociales virtuales: IA que complementa o sustituye interacciones humanas.
  • Deepfakes y realidad sintética: Dificultad creciente para distinguir contenido auténtico.

Un estudio prospectivo del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (CSIC) advierte sobre los riesgos de dependencia emocional hacia interacciones algorítmicas diseñadas para generar respuestas perfectamente adaptadas a nuestras necesidades psicológicas.

Regulación, ética y responsabilidad compartida

El futuro de la salud mental en redes sociales dependerá de un enfoque multifacético:

  • Regulación gubernamental: Marco normativo que proteja especialmente a poblaciones vulnerables.
  • Responsabilidad corporativa: Diseño ético centrado en bienestar psicológico además de engagement.
  • Educación continua: Adaptación constante a nuevas realidades tecnológicas.
  • Investigación interdisciplinar: Colaboración entre psicología, neurociencia, informática y ética.

Conclusiones: hacia una relación consciente con las redes sociales

Las redes sociales no son inherentemente positivas o negativas para nuestra psicología—son herramientas poderosas cuyo impacto depende crucialmente de cómo las utilizamos. La evidencia científica revisada sugiere que sus efectos están moderados por factores individuales (personalidad, vulnerabilidades preexistentes), factores de uso (tiempo, propósito, activo/pasivo) y factores contextuales (cultura, grupo social, momento vital).

La psicología de las redes sociales está emergiendo como un campo fundamental para comprender la mente humana contemporánea. Lejos de representar una realidad separada, nuestras experiencias digitales están profundamente entrelazadas con nuestra identidad, bienestar y relaciones.

Como sociedad, enfrentamos el reto de desarrollar una relación más consciente y equilibrada con estas tecnologías, aprovechando su potencial para la conexión, el aprendizaje y el crecimiento mientras mitigamos sus riesgos psicológicos. Esto requerirá esfuerzos coordinados de usuarios, desarrolladores, investigadores y reguladores.

La evidencia actual nos sugiere que no debemos demonizar ni idealizar las redes sociales, sino comprenderlas como entornos complejos que amplifican tanto nuestras fortalezas como vulnerabilidades psicológicas. Como señala Castells (2021), «las redes sociales son extensiones de nuestra realidad social, no sustitutos de ella».

En última instancia, nuestra capacidad para desarrolar una relación saludable con las redes sociales dependerá tanto de cómo estas plataformas evolucionen como de nuestra propia maduración psicológica como usuarios. El conocimiento de la psicología que subyace a estas interacciones digitales nos empodera para tomar decisiones más conscientes sobre cómo integrarlas en nuestras vidas de manera que promuevan, en lugar de socavar, nuestro bienestar individual y colectivo.

Quizás el mayor desafio sea recordar que, a pesar de toda la sofisticación tecnológica, seguimos siendo primates sociales cuyo cerebro evolucionó para la interacción cara a cara, el contacto físico y comunidades de tamaño limitado. Navegar este nuevo paisaje digital requiere no solo alfabetización tecnológica, sino profunda autoconciencia y comprensión de nuestras necesidades psicológicas fundamentales.

Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (2005). Amor líquido: Sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 2003)

Castells, M. (2020). La galaxia Internet: Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad (Edición actualizada). Plaza & Janés.

Sherman, L. E., Payton, A. A., Hernandez, L. M., Greenfield, P. M., & Dapretto, M. (2018). The power of the like in adolescence: Effects of peer influence on neural and behavioral responses to social mediaPsychological Science, 29(5), 701-710.

Suler, J. (2004). The online disinhibition effectCyberPsychology & Behavior, 7(3), 321-326.

Twenge, J. M., Joiner, T. E., Rogers, M. L., & Martin, G. N. (2018). Increases in depressive symptoms, suicide-related outcomes, and suicide rates among U.S. adolescents after 2010 and links to increased new media screen timeClinical Psychological Science, 6(1), 3-17.

Valkenburg, P. M., Beyens, I., Pouwels, J. L., van Driel, I. I., & Keijsers, L. (2021). Social media use and adolescents’ self-concept: Moving beyond the bright versus dark debateCurrent Opinion in Psychology, 42, 101-106.

Vogel, E. A., Rose, J. P., Roberts, L. R., & Eckles, K. (2014). Social comparison, social media, and self-esteemPsychology of Popular Media Culture, 3(4), 206-222.

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